viernes, 24 de mayo de 2019

Patentes II (At9)


Sin duda, las patentes parecen una buena opción para la protección de una invención ya que te le dan al inventor (o, mejor dicho, al propietario de la patente, puesto que no siempre coinciden) el control sobre la misma. La prioridad que se le otorga sobre su invención, en un principio, le permitiría adquirir rentabilidad a la inversión que ha tenido que realizar anteriormente durante el proceso de investigación (o simplemente como "recompensa" por haber tenido dicha idea). Esto también contribuiría al avance del estado de la técnica puesto que la patente se debe publicar, poniéndola por lo tanto a disposición de todos.

Sin embargo, como se ha señalado en múltiples lecturas propuestas en la lección, no es oro todo lo que reluce y las patentes deben tratarse también con cuidado, puesto que si bien al inicio se debe realizar una serie de pagos por su realización, posteriormente también se debe invertir dinero en su defensa (no sabría decir cuánto dinero se puede gastar durante un proceso de este tipo, pero imagino que no es difícil que te cueste más que la propia realización de la patente). Además, si bien es cierto que con la patente se publica la invención de forma que puede ser consultada por el resto, también representa un freno a posibles mejoras, como se expone claramente con el ejemplo de Watt y Boulton, especialmente si los propietarios de la patente tienen los medios para imponerse.

Por tanto, las patentes tienen unos beneficiarios concretos, aquellos que puedan pagarlas y plantar una defensa jurídica. Este punto de vista se expone en este artículo presentado en la entrada. Sin embargo, tampoco estoy del todo de acuerdo con el primer punto que expone en contra de las patentes: que haces pública tu invención. En sus palabras: "no es bueno no ya porque te puedan copiar, sino porque das ideas". Me parece que el único aspecto positivo de las patentes es precisamente que se hace pública la invención, de la misma forma que en la investigación se avanza publicando artículos científicos. Entiendo que las empresas tengan secretos industriales (en la anterior entrada sobre patentes exponía el caso de la empresa en al que realicé prácticas curriculares y estoy de acuerdo en que mantengan en secreto su proceso, especialmente porque no resulta tan crítico), pero no veo por qué publicar tu innovación sea necesariamente malo. De nuevo, volviendo al ejemplo de Watt, la patente del condensador permitió dar lugar a mejoras que podrían haberse realizado mucho antes si Watt y Boulton no hubiesen frenado continuamente su desarrollo. Un punto similar se puede obtener con la lectura del artículo "Nadando contra patentes".

En definitiva, creo que, si bien las patentes tienen el efecto deseado de hacer públicas las innovaciones, con el tiempo tienden a parar la innovación que puede depender de desarrollos recientes. Esto es especialmente cierto al comparar la capacidad que tienen empresas pequeñas frente a las más grandes. Creo que si tuviese que existir un mecanismo que premie la innovación y dé cierta ventaja al inventor, la patente no parece ser el método óptimo. En cualquier caso, tampoco estoy seguro de que deban existir estos tipos de mecanismos ya que parece que sea de la forma que sea las grandes empresas van a ser las más beneficiadas. Necesitaría más datos para una opinión completamente formada.

1 comentario:

  1. No hay una decisión definitiva. Hacen falta más datos, sobre cada caso concreto, para hacer juicios definitivos. Pero la reflexión creo que ha servido para dejar claro que este asunto no es nada evidente (ni a favor ni en contra). La regulación de la exclusividad en la explotación del conocimiento nuevo es un asunte verdaderamente enrevesado.

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